La leucemia es un tipo de cáncer de la sangre o de la médula ósea. La médula ósea produce células sanguíneas o glóbulos. La leucemia puede desarrollarse debido a un problema con la producción de células sanguíneas. Por lo general, afecta a los leucocitos o glóbulos blancos.

Es más probable que la leucemia afecte a personas mayores de 55 años, pero también es el cáncer más común en menores de 15 años.

El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI, por sus siglas en inglés) estimó que 61,090 personas recibirían un diagnóstico de leucemia en 2021. También predijeron que la leucemia causaría 23,660 muertes en el mismo año.

La leucemia aguda se desarrolla rápidamente y empeora de igual forma, pero la leucemia crónica empeora con el tiempo. Hay varios tipos diferentes de leucemia, y el mejor tratamiento y las posibilidades de supervivencia de una persona dependen del tipo que tenga.

En este artículo, proporcionamos una descripción general de la leucemia, las causas, los tratamientos, los tipos y los síntomas.

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El tratamiento de la leucemia depende del tipo que tenga la persona.

La leucemia se desarrolla cuando el ADN de los glóbulos en desarrollo, principalmente los glóbulos blancos, sufre daños. Esto hace que las células sanguíneas crezcan y se dividan de manera incontrolable.

Las células sanguíneas sanas mueren y son reemplazadas por las células nuevas. Estas se desarrollan en la médula ósea.

Las células sanguíneas anormales no mueren en un punto natural de su ciclo de vida. En lugar de ello, estas se acumulan y ocupan más espacio.

A medida que la médula ósea produce más células cancerosas, comienzan a saturar la sangre, impidiendo que los glóbulos blancos sanos crezcan y funcionen normalmente.

Eventualmente, las células cancerosas superan en número a las células sanas en la sangre.

Son varios los factores de riesgo de desarrollar leucemia. Algunos de estos factores de riesgo tienen vínculos más importantes con la leucemia que otros:

Radiación ionizante artificial. Esto podría incluir haber recibido radioterapia por un cáncer anterior, aunque este es un factor de riesgo más significativo para algunos tipos que para otros.

Ciertos virus. El virus linfotrópico humano de células T tipo 1 (HTLV-1) tiene vínculos con la leucemia.

Quimioterapia. Las personas que recibieron tratamientos de quimioterapia para un cáncer anterior tienen una mayor probabilidad de desarrollar leucemia más adelante en sus vidas.

Exposición al benceno. Este es un solvente que usan los fabricantes en algunos productos químicos de limpieza y tintes para el cabello.

Algunas enfermedades genéticas. Los niños con síndrome de Down tienen una tercera copia del cromosoma 21. Esto aumenta el riesgo de leucemia mieloide aguda o linfocítica aguda en 2 por ciento a 3 por ciento, que es mayor que en los niños sin este síndrome.

Otra enfermedad genética relacionada con la leucemia es el síndrome de Li-Fraumeni. Este provoca un cambio en el gen TP53.

Antecedentes familiares. Tener hermanos con leucemia puede conducir a un riesgo bajo pero significativo de desarrollar leucemia. Si una persona tiene un gemelo con leucemia, tiene una probabilidad de 1 en 5 de tener el cáncer.

Problemas hereditarios del sistema inmunitario. Ciertas afecciones inmunológicas hereditarias aumentan el riesgo de infecciones graves y leucemia. Entre ellas:

  • ataxia-telangiectasia
  • síndrome de Bloom
  • síndrome de Shwachman-Diamond
  • síndrome de Wiskott-Aldrich

Inmunosupresión. La leucemia infantil puede desarrollarse debido a la supresión deliberada del sistema inmunitario. Esto podría ocurrir después de un trasplante de órgano, cuando un niño toma medicamentos para evitar que su cuerpo rechace el órgano.

Varios factores de riesgo necesitan más estudios para confirmar su vínculo con la leucemia, como:

  • exposición a campos electromagnéticos
  • exposición a ciertos productos químicos en el lugar de trabajo, como gasolina, diésel y pesticidas
  • fumar
  • tintes de cabello

Hay cuatro categorías principales de leucemia:

  • aguda
  • crónica
  • linfocítica
  • mielógena

Leucemias agudas y crónicas

A lo largo de su vida, un glóbulo blanco pasa por varias etapas.

En el caso de la leucemia aguda, las células en desarrollo se multiplican rápidamente y se acumulan en la médula y la sangre. Salen de la médula ósea demasiado pronto y no son funcionales.

La leucemia crónica avanza más lentamente. Permite la producción de células útiles más maduras.

La leucemia aguda satura las células sanguíneas sanas más rápidamente que la leucemia crónica.

Leucemias linfocíticas y mielógenas

Los médicos clasifican la leucemia según el tipo de célula sanguínea que afecta.

La leucemia linfocítica ocurre si los cambios cancerosos afectan el tipo de médula ósea que produce los linfocitos. Un linfocito es un glóbulo blanco que es parte del sistema inmunitario.

La leucemia mielógena ocurre cuando los cambios afectan las células de la médula ósea que producen células sanguíneas, en lugar de las células sanguíneas como tal.

Leucemia linfocítica aguda

Los niños menores de 5 años tienen el mayor riesgo de desarrollar leucemia linfoblástica aguda (LLA). Sin embargo, también puede afectar a adultos, por lo general mayores de 50 años. De cada cinco muertes por LLA, cuatro ocurren en adultos.

Leucemia linfocítica crónica

Este tipo es más común entre los adultos mayores de 55 años, pero los adultos más jóvenes también pueden desarrollarlo. Cerca del 25 por ciento de los adultos con leucemia tienen leucemia linfocítica crónica (LLC). Es más común en hombres que en mujeres y rara vez afecta a niños.

Leucemia mielógena aguda

La leucemia mielógena aguda (LMA) es más común en adultos que en niños, pero en general, es un cáncer poco común. Se desarrolla con más frecuencia en hombres que en mujeres.

Se desarrolla rápidamente y los síntomas incluyen fiebre, dificultad para respirar y dolor en las articulaciones. Los factores ambientales pueden desencadenar este tipo.

Leucemia mieloide crónica

La leucemia mielógena crónica (LMC) se desarrolla principalmente en adultos. Cerca del 15 por ciento de todos los casos de leucemia en Estados Unidos son LMC. Es poco común que los niños desarrollen este tipo de leucemia.

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La cirugía es un posible tratamiento para algunos tipos de leucemia.

Las opciones de tratamiento dependerán del tipo de leucemia que tenga una persona, su edad y su estado general de salud.

El principal tratamiento de la leucemia es la quimioterapia. Un equipo de atención del cáncer adaptará la quimioterapia para cada tipo de leucemia.

Si el tratamiento comienza temprano, la probabilidad de que una persona logre la remisión es mayor.

Los tipos de tratamiento incluyen:

Espera vigilante. Es posible que un médico no trate activamente las leucemias de crecimiento más lento, como la leucemia linfocítica crónica (LLC).

Quimioterapia. Un médico administra medicamentos por vía intravenosa (IV), ya sea mediante un goteo o una aguja. Estos apuntan a atacar y matar las células cancerosas. Sin embargo, también pueden dañar las células no cancerosas y causar efectos secundarios graves, que incluyen pérdida de cabello, pérdida de peso y náusea.

La quimioterapia es el tratamiento principal para la LMA. A veces, los médicos pueden recomendar un trasplante de médula ósea.

Terapia dirigida. Este tipo de tratamiento utiliza inhibidores de la tirosina quinasa que apuntan a las células cancerosas sin afectar a otras células, lo que reduce el riesgo de efectos secundarios. Los ejemplos incluyen imatinib, dasatinib y nilotinib.

Muchas personas con LMC tienen una mutación genética que responde al imatinib. Un estudio encontró que las personas que recibieron tratamiento con imatinib tuvieron una tasa de supervivencia de 5 años de alrededor del 90 por ciento.

Terapia con interferón. Retarda y finalmente detiene el desarrollo y la propagación de las células leucémicas. Este medicamento actúa de manera similar a las sustancias que el sistema inmunitario produce de forma natural. Sin embargo, puede provocar efectos secundarios graves.

Radioterapia. En personas con ciertos tipos de leucemia, como LLA, los médicos recomiendan radioterapia para destruir el tejido de la médula ósea antes de un trasplante.

Cirugía. La cirugía a menudo implica la extirpación del bazo, pero esto depende del tipo de leucemia que tenga una persona.

Trasplante de células madre. En este procedimiento, un equipo de atención del cáncer destruye la médula ósea existente con quimioterapia, radioterapia o ambas. Luego, infusiona nuevas células madre en la médula ósea para crear células sanguíneas no cancerosas.

Este procedimiento puede ser eficaz para tratar la LMC. Las personas más jóvenes con leucemia tienen más probabilidades de someterse a un trasplante exitoso que los adultos mayores.

Los síntomas de la leucemia incluyen:

Coagulación deficiente de la sangre. Esto puede hacer que una persona presente hematomas o sangre fácilmente y sane lentamente. También puede desarrollar petequias, que son pequeñas manchas rojas y moradas en el cuerpo. Estas indican que la sangre no se coagula correctamente.

Las petequias se desarrollan cuando los glóbulos blancos inmaduros excluyen a las plaquetas, que son cruciales para la coagulación de la sangre.

Infecciones recurrentes. Los glóbulos blancos son fundamentales para contrarrestar las infecciones. Si los glóbulos blancos no funcionan correctamente, es posible desarrollar infecciones frecuentes. El sistema inmunitario puede atacar las propias células del cuerpo.

Anemia. A medida que una persona tiene menos glóbulos rojos eficaces, puede volverse anémica. Esto significa que no tiene suficiente hemoglobina en la sangre. La hemoglobina transporta el hierro por todo el cuerpo. La deficiencia de hierro puede provocar dificultad para respirar y piel pálida.

Otros síntomas pueden incluir:

  • náusea
  • fiebre
  • escalofríos
  • sudores nocturnos
  • síntomas similares a la gripe
  • pérdida de peso
  • dolor de huesos
  • cansancio

Si el hígado o el bazo se inflaman, la persona puede sentirse llena y comer menos, lo que resulta en la pérdida de peso.

La pérdida de peso también puede ocurrir incluso si el hígado o bazo no están inflamados. Un dolor de cabeza puede indicar que las células cancerosas han entrado en el sistema nervioso central (SNC).

Sin embargo, todos estos pueden ser síntomas de otras enfermedades. Es necesario consultar con un médico y hacerse pruebas para confirmar un diagnóstico de leucemia.

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Los profesionales médicos llevarán a cabo un examen físico para ayudar a diagnosticar la leucemia.

Un médico realizará un examen físico y preguntará sobre antecedentes médicos personales y familiares. Buscará señales de anemia y palpará el hígado o el bazo para detectar inflamación.

También tomará una muestra de sangre para analizarla en el laboratorio.

Si el médico sospecha leucemia, puede sugerir una prueba de médula ósea. Un cirujano extrae la médula ósea del centro de un hueso con una aguja larga y fina, generalmente de la cadera.

Esto puede ayudarle a identificar la presencia y el tipo de leucemia.

El pronóstico para las personas con leucemia depende del tipo que padezca.

Gracias a avances en la medicina, las personas ahora pueden lograr una remisión completa a través del tratamiento. Remisión significa que ya no hay señales de cáncer.

En 1975, las posibilidades de sobrevivir 5 años o más después de recibir un diagnóstico de leucemia eran del 33.4 por ciento. En 2011, esta cifra había aumentado al 66.8 por ciento.

Cuando una persona logra la remisión, aún necesitará ser controlada y podría tener que someterse a análisis de sangre y de médula ósea. Los médicos deben realizar estas pruebas para asegurarse de que el cáncer no haya regresado.

El médico puede reducir la frecuencia de las pruebas si la leucemia no reaparece con el tiempo.

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