- La mayoría de las personas con hipertensión en Estados Unidos no han logrado reducir su presión arterial a los niveles recomendados con tratamiento.
- Hay muchas causas de la presión arterial alta, y algunos fármacos pueden contribuir a esto.
- Los investigadores han demostrado que muchas personas con hipertensión están tomando medicamentos que podrían elevar su presión arterial.
- A menudo, hay alternativas a estos fármacos que los profesionales de salud deben considerar para esas personas.
Casi la mitad de los adultos en Estados Unidos tienen presión arterial alta o hipertensión. Sin embargo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), solo 1 de cada 4 de ellos ha logrado reducir su presión arterial a los niveles recomendados con tratamiento.
Es importante mantener la presión arterial dentro de los niveles recomendados de menos de 120/80 milímetros de mercurio (mm Hg). La hipertensión aumenta el riesgo de desarrollar un ataque cardíaco y un derrame cerebral, que son las principales causas de muerte en Estados Unidos.
Las causas de la presión arterial alta varían. La genética, la dieta, el ejercicio, el estilo de vida y algunas afecciones médicas desempeñan un papel. Ciertos medicamentos para varias afecciones también pueden elevar la presión arterial.
Investigadores del Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston, un hospital universitario afiliado a Harvard, han examinado los datos de encuestas existentes para determinar cuántas personas con hipertensión están tomando medicamentos que podrían aumentar la presión arterial.
Sus resultados aparecen en una carta de investigación en la revista JAMA Internal Medicine.
El coautor de la carta, el Dr. Timothy Anderson, habló con Medical News Today. Explicó que a veces, no hay más remedio que darles a algunas personas con hipertensión medicamentos que pueden elevar su presión arterial; sin embargo, otras veces, es posible que haya otras opciones:
“En algunos casos, estos medicamentos son apropiados, ya que están tratando un problema importante que no tiene una mejor alternativa. Sin embargo, en muchos casos, creo que el riesgo del aumento de la presión arterial simplemente se pasa por alto, en particular para los pacientes que usan estos medicamentos por tiempos prolongados”.
Los investigadores analizaron los datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición recopilados entre 2009 y 2018. El conjunto de datos consistía en información sobre personas mayores de 18 años que no estaban embarazadas.
En total, fueron 27,599 adultos, de los cuales 11.3 por ciento eran de raza negra (no hispanos), 14.8 por ciento hispanos y 65.3 por ciento blancos no hispanos.
Los datos para la encuesta fueron generados mediante entrevistas domiciliarias. Entre otros detalles, se obtuvo información sobre medicamentos recetados.
Los investigadores identificaron medicamentos antihipertensivos, que las personas toman para la hipertensión, y medicamentos que podrían elevar la presión arterial.
La hipertensión se definió como presión arterial sistólica de 130 mm Hg o más, presión arterial diastólica de 80 mm Hg o más, o si una persona respondió sí a la pregunta, “¿Alguna vez le ha dicho un médico u otro profesional de salud que tiene hipertensión, también llamada presión arterial alta?”
La prevalencia de hipertensión e hipertensión no controlada fue de 49.2 por ciento y 35.4 por ciento, respectivamente.
Mientras que los investigadores esperaban encontrar que algunas de las personas estarían tomando medicamentos recetados que podrían aumentar la presión arterial, se sorprendieron al encontrar que había tantos.
Su análisis muestra que casi 1 de cada 5 adultos en Estados Unidos con hipertensión tomaba medicamentos que podrían elevar su presión arterial. Los autores encontraron que un total del 15 por ciento de todos los adultos tomaban estos medicamentos.
El Dr. Anderson dijo a Medical News Today: “Ciertamente es una proporción mayor de lo que podría haber imaginado, aunque vemos este escenario a menudo en nuestras clínicas de atención primaria. También anticipamos que esto es un eufemismo, ya que nuestro estudio no incluye medicamentos de venta libre (OTC) que no fueron recetados, y muchos medicamentos (OTC), incluyendo antiinflamatorios y descongestivos, pueden aumentar la presión arterial.”
Los investigadores también observaron una asociación entre estos medicamentos y un mayor riesgo de hipertensión no controlada en personas que no estaban recibiendo antihipertensivos, pero no entre aquellas que los estaban recibiendo.
También encontraron que “el uso de medicamentos que pueden elevar [la presión arterial] se asoció con un mayor uso de antihipertensivos tanto en adultos con hipertensión controlada […] como en adultos con hipertensión no controlada”.
Los medicamentos más comúnmente recetados que causan un aumento de la presión arterial son los antidepresivos, medicamentos antiinflamatorios no esteroides, esteroides y estrógenos.
Medical News Today también habló con el Dr. Dave Dixon, profesor asociado de Virginia Commonwealth University School of Pharmacy, quien no participó en el estudio. Explicó:
“Este estudio destaca aún más el importante papel de los farmacéuticos en ayudar a minimizar el uso de medicamentos que pueden empeorar la hipertensión. Por ejemplo, no todos los antidepresivos influyen en la presión arterial de la misma manera, por lo que los farmacéuticos pueden recomendar alternativas al prescriptor que tengan poco o ningún efecto sobre la presión arterial para evitar un empeoramiento innecesario del control de la presión arterial”.
Reducir o eliminar el uso de algunos de los medicamentos recetados podría causar diferentes desafíos, y el Dr. Dixon señaló que no estaba claro en el informe por cuánto tiempo las personas habían estado tomando estos medicamentos.
Aconsejó, “Independientemente, los pacientes con hipertensión deben monitorizar minuciosamente su presión arterial en casa con un monitor de presión arterial para uso en casa validado, e informar los cambios a su [médico]”.
Traducción al español por HolaDoctor.
Edición en español por Suan Pineda el 14 de enero de 2022.
Versión original escrita el 25 de noviembre de 2021.
Última revisión médica realizada el 25 de noviembre de 2021.