Los cuerpos masculino y femenino son fisiológicamente diferentes en más de un sentido, desde los niveles hormonales hasta los procesos moleculares. Aunque pueden sentir niveles similares de dolor, los diferentes procesos biológicos subyacentes hacen que el mismo tratamiento no funcione para ambos.

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Los analgésicos no tienen la misma efectividad en todos. ¿Qué papel desempeñan en ello las diferencias basadas en el sexo? Crédito de la imagen: Simone Wave/Stocksy

Los investigadores llevan tiempo estudiando si los hombres y las mujeres responden de forma diferente a los analgésicos. Un estudio muy pequeño de 1996, por ejemplo, encontró que las mujeres respondían más que los hombres tras recibir el fármaco opiáceo pentazocina para el dolor postoperatorio.

Más recientemente, una revisión de 2021 señaló que, aunque las pruebas son contradictorias, algunos estudios han encontrado que el ibuprofeno tiende a reducir el dolor en los hombres más que en las mujeres.

También informó sobre un estudio que encontró que la prednisona, un tipo de corticosteroide, se asociaba con más efectos adversos intolerables en las participantes femeninas, y que estas estaban menos dispuestas a aceptar un aumento de la dosis.

Para entender mejor cómo funciona el dolor de forma diferente en los cuerpos de los distintos sexos, Medical News Today habló con investigadores y con un médico especializado en dolor.

Como punto de partida, MNT habló con la Dra. Meera Kirpekar, profesora clínica adjunta de anestesiología, cuidados perioperatorios y medicina del dolor en NYU Langone, y presentadora de un podcast sobre la salud de las mujeres y el dolor crónico.

“Los hombres y las mujeres no experimentan un ataque cardíaco de la misma manera, así que ¿por qué iba a ser igual todo lo demás? Así que hay diferencias en las señales de dolor en el cerebro y la médula espinal”, señaló.

Añadió que, hasta 2016, más del 80 por ciento de los estudios sobre el dolor solo han contado con participantes masculinos, ya sean humanos o ratas. A diferencia de los hombres, las mujeres sufren continuas fluctuaciones hormonales a lo largo de su vida que afectan su sensibilidad al dolor.

Señaló que tener en cuenta estos cambios puede haber sido difícil en entornos de investigación anteriores, lo que en última instancia hizo que las posibles participantes femeninas quedaran en gran medida fuera de las cohortes de estudio.

“Como resultado, la mayoría de los datos sobre el dolor que tenemos existen en torno a la señalización del dolor basada en el hombre. En 2016, los Institutos Nacionales de Salud establecieron como requisito para las solicitudes de subvención que se justificara la elección del sexo de los animales utilizados en la investigación, por lo que se empezaron a incluir sujetos femeninos en los estudios sobre el dolor”.

– Dra. Meera Kirpekar

Aunque millones de personas en todo el mundo padecen dolor crónico, se sabe poco sobre sus mecanismos subyacentes.

Cuando se le pidió que explicara qué puede haber detrás de las diferentes respuestas al dolor en hombres y mujeres, la Dra. Kirpekar señaló que hay tres teorías de trabajo sobre la forma en que los diferentes cuerpos procesan el dolor de forma distinta:

“[La primera teoría se refiere a] los estrógenos, una hormona que controla el desarrollo del útero, los ovarios, los senos, y regula la menstruación. Dependiendo de dónde se encuentre ese estrógeno y de la cantidad que haya, puede empeorar el dolor o mejorarlo. La testosterona, que es la hormona que interviene en el desarrollo del pene, los testículos y la próstata, puede atenuar el dolor. Y de hecho, algunos pacientes con dolor crónico pueden incluso tomar tratamientos con testosterona. Por lo tanto, las mujeres pueden sentir un dolor más intenso debido a sus altos niveles de estrógeno. Y los hombres con baja testosterona pueden procesar el dolor de forma similar a las mujeres”.

“La segunda diferencia radica [en] las células inmunitarias llamadas microglía”, continuó explicando. “La microglía es esencialmente las células inmunitarias del cerebro. La teoría es que el bloqueo de la microglía también bloquea el dolor”.

“Cuando la microglía se bloquea en los hombres, el dolor también se bloquea. Pero esto no funcionó para las mujeres. ¿Por qué? En las mujeres se usan las células inmunitarias llamadas células T en lugar de la microglía para controlar su respuesta al dolor. [Sin embargo], las mujeres que no tienen tantas células T en realidad procesan el dolor como los hombres”, continuó la Dra. Kirpekar.

“La última teoría tiene que ver con el ácido ribonucleico (ARN). El ARN es el material genético que transporta los mensajes en nuestro cuerpo. Las mujeres tienen niveles elevados de ARN en el torrente sanguíneo, en comparación con los hombres”, explicó la Dra. Kirpekar.

“Se teoriza que estos niveles elevados conducen a una predisposición al dolor crónico. Muchas de estas moléculas de ARN están codificadas por genes del cromosoma X. Dado que las mujeres tienen dos cromosomas X, están más predispuestas a desarrollar dolor crónico”, añadió.

¿Cuáles son algunos de los mecanismos moleculares que subyacen al dolor?

Las células inmunitarias conocidas como macrófagos contribuyen al dolor neuroinflamatorio al activar una enzima conocida como ciclooxigenasa-2 (COX-2). Por lo tanto, los altos niveles de actividad de los macrófagos en áreas específicas conducen al dolor relacionado con la inflamación. Los AINE atacan la inflamación reduciendo la actividad de la COX-2.

Conscientes de ello, los investigadores de la Universidad de Duquesne, en Pittsburgh (Pennsylvania), sospecharon que ser capaces de afinar la actividad de los macrófagos podría decirles mucho sobre las diferentes respuestas al dolor entre hombres y mujeres.

Así, crearon una nanomedicina que podía administrar celecoxib, un AINE, directamente a estos macrófagos, y específicamente al lugar del dolor, para controlar las diferencias de respuesta en función del sexo.

En un estudio reciente cuyos resultados aparecen en Scientific Reports, administraron su nanoterapéutica recién formulada a modelos de ratas con daño en el nervio ciático. Mientras que los machos experimentaron un alivio del dolor durante 5 días, lo mismo ocurrió durante solo un día en las hembras.

Tras la inspección, los investigadores observaron que la sensibilidad al dolor estaba relacionada con el número de macrófagos en el lugar de la lesión. Un mayor número de macrófagos en el lugar de la lesión, como se observa en las mujeres, se relacionó con un menor alivio del dolor.

Dado que tanto los machos como las hembras experimentaron una absorción equivalente de la nanoemulsión, los investigadores señalaron que una dosis más alta no supondría un mayor alivio del dolor.

Sin embargo, dijeron que sus hallazgos demuestran que la inhibición de la COX-2 provoca una comunicación neuroinmunológica diferente en los tejidos de los cuerpos de los distintos sexos.

Además, observaron que las mujeres experimentaban una mayor infiltración de otras células inflamatorias en el lugar de la lesión que los hombres, lo que también puede jugar un papel en su respuesta inflamatoria.

Cuando se le pidió que explicara qué puede haber detrás de las diferencias basadas en el sexo en la respuesta a los tratamientos del dolor en el estudio, el Dr. John A. Pollock, profesor y codirector del Consorcio de Investigación del Dolor Crónico en la Universidad de Duquesne, y uno de los autores del estudio, dijo a MNT:

“Cada vez que miramos con atención, descubrimos que hay diferencias sutiles en la fisiología subyacente de las mujeres frente a la de los hombres. Como hemos señalado en este estudio, el dolor (hipersensibilidad) que surge del sistema nervioso periférico depende de un diálogo entre las neuronas, la glía activada (células de apoyo) y la respuesta inmunitaria/inflamatoria, que proporciona un entorno dinámico de citocinas y quimiocinas”.

“Este diálogo tripartito progresa y cambia con el tiempo, y es de esperar que cambie a una respuesta inmunitaria que favorezca la curación y la regeneración de los tejidos, lo que conduce a un alivio del dolor a largo plazo. También puede pasar a ser un dolor crónico”, continuó.

“Lo que estamos empezando a ver en las ratas es que estos procesos tienen varias diferencias específicas por sexo que deben aclararse para que, en el caso de los humanos, podamos ofrecer la mejor terapia para el alivio del dolor y la curación a largo plazo”, explicó.

La Dra. Jelena M. Janjic, profesora asociada de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Duquesne, fundadora y codirectora del Consorcio de Investigación del Dolor Crónico, y coautora del estudio que desarrolló la nanomedicina, dijo a MNT que el objetivo de su investigación es desarrollar eventualmente tratamientos personalizados para el dolor.

Conocer mejor las diferencias en la respuesta al dolor entre hombres y mujeres a nivel molecular es un primer paso para diseñar esos tratamientos, dijo, además que las nanomedicinas son cruciales para ello debido a su doble uso para el diagnóstico y como terapia.

“[Poder observar estas respuestas en las ratas permite comprender] cómo se producen las diferencias de sexo. La misma nanomedicina proporciona tanto efectos farmacológicos en los macrófagos como nos permite rastrearlos in vivo”, señaló.

“La obtención de imágenes con nanomedicamentos podría proporcionarnos información clave en el futuro: Qué medicamento funciona mejor para quién, no solo para los hombres frente a las mujeres, sino para los pacientes individuales” a medida que pasan por la vida y experimentan cambios biológicos, explicó.

Lee el artículo en inglés.

Traducción al español por HolaDoctor.

Edición en español el 9 de julio de 2022.

Versión original escrita el 31 de mayo de 2022.

Última verificación de datos realizada el 31 de mayo de 2022.